Cuando la poda es necesaria
Hola, mi nombre es Franz Peitzner, soy de Guatemala y este es mi testimonio de cómo Dios me ha llamado para ser libre de la pornografía y la masturbación.
Siendo el menor de 3 hermanos, todo pintaba a que tendría el apoyo de ellos para cuidarme, ya que mi mamá pasaba trabajando todo el día; mi padre, por su lado, estaba allí pero no estaba (padre presente-ausente). Estas ausencias, sumado a que mi madre era una persona muy estricta, causaron una herida en mi corazón que con el tiempo y, de manera inconsciente, comencé a buscar la manera de sanarla.
Aún recuerdo el año, 1998, yo tenía 12 años cuando por influencia de mis amistades de colegio conocí lo que era la masturbación; ese año yo lo viví con mis abuelos paternos, lo que también causó mucho dolor en mí, ya que ellos me ponían a comer en otra mesa. Es una época que recuerdo de mucha soledad.
A los 14 años conocí por primera vez lo que era la pornografía. Siendo tan joven, yo imaginaba que el sexo era como aparecía en las películas pornográficas. Sin saber, yo decía que lo tenía dominado y que a los 16 años dejaría eso, pero no sabía que ese iba a ser un camino de esclavitud del cual no iba a poder salir por mis propias fuerzas.
Debo mencionar que, en esos años, alrededor de los 15 años, acepté a Cristo en mi corazón y con el tiempo comencé a servir en la iglesia local donde iban mis hermanos y mi mamá. Servía con adolescentes y con niños, recuerdo que aún así nadie me había dicho que necesitaba dejar de pecar en el área sexual. Básicamente estaba viendo una doble vida. Asistía a los servicios dominicales, iba a retiros espirituales, pero había algo dentro de mí que sabía que no estaba bien.
En el boom de la tecnología, por el año 2007, recuerdo muy bien que uno de mis hermanos necesitaba terminar la universidad y le pidió a mi madre que pusiera internet en la casa. Eso fue algo muy caótico para mí, porque yo sabía perfectamente que cuando estuviera solo en casa podría tener acceso a la pornografía nuevamente. Fue una época en la que entré en un total desenfreno porque siempre busqué la manera de ver y caer.
En el transcurso del año 2008 Dios ya me estaba llamando a vivir una vida de libertad y santidad, porque fue la primera vez que alguien me habló de Libres en Cristo; recuerdo también que cursé por primera vez Camino de Libertad (en ese entonces era un curso de 60 días), pero mi corazón no quería salir del pecado y dejé el curso luego de varios intentos de hacerlo.
Entonces me metí en una relación con una chica no cristiana. Caímos en pecado y como resultado existió la posibilidad de un embarazo, pero fue una falsa alarma. Sin embargo, en ese momento yo seguía sin entendimiento, no lograba entender que debía alejarme del pecado y buscar ayuda para vivir con un propósito y hacer la voluntad del Señor.
Sin embargo, en el año 2022, en plena pandemia, Dios vino por mí a través de una circunstancia. Recuerdo que un día llegaron a mi casa unas personas del Ministerio Público, entidad que en mi país se ocupa de la justicia, debido a una denuncia que 7 años atrás un vecino había puesto contra mí por un malentendido al que no le di mucha importancia.
Creí que, en ese entonces, en el 2015, esta situación había quedado resuelta, pero no fue así. Estaba confundido y en shock porque, según mi familia y yo, eso no había procedido y recuerdo que en medio de esa prueba fue que recordé a Libres en Cristo. En esta ocasión volví a hacer el curso y finalmente lo terminé.
Fue en medio de la prueba y del dolor que Dios me volvió a llamar para servirle en este Ministerio. Fue en medio de ese camino que yo veía sin salida que Dios me llamó nuevamente.
Recuerdo todo esto como si hubiese sido ayer. Porque en medio del caos de la demanda Dios fue bueno. Fue en ese periodo de tiempo que Dios me llamó para podar mi corazón, para limpiar mi vida, para vivir con un propósito.
Finalmente, debo decir que la demanda salió a mi favor. Pero Dios usó ese desierto para podarme y llamarme a servirle. Ahora tengo un propósito, ahora tengo un anhelo, en servirle y dar testimonio de que cuando todo parecía perdido, cuando todo estaba destruido dentro de mí, Dios plantó en mí un propósito, usó la poda para que el jardín dentro de mí diera frutos, y frutos de arrepentimiento.
A veces es necesario tocar fondo para poder buscar ayuda como me pasó a mí, pero no siempre es así. Dios siempre hará el llamado para vivir en santidad y libertad.
Que el Señor te bendiga.
